martes, 27 de noviembre de 2012


PLAZOLETA DEL CHORRO DE QUEVEDO,ALGO MÁS QUE HISTORIA

El chorro de Quevedo,es tal vez la plazoleta más enigmática y mística en las que he estado, fuera de los límites que muchos trazan de la ciudad, como la 82 ó 93.  Es como si desde antes de mi llegada estuviera atrayéndome como un imán a un alfiler. Desde lejos se puede sentir el ambiente bohemio y de fiesta, uno que tal vez sea imposible de encontrar, con igual intensidad, en cualquier otro punto de la ciudad.

En la calle 12 con carrera segunda se encuentra  la plazoleta del Chorro de Quevedo, en pleno corazón de Bogotá, La Candelaria, o como dirían algunos, el Corazón de Colombia. Me dirijo a ella desde el lado norte, por un tramo angosto y empedrado. “¡Me trajiste al callejón del pecado!”, le dice con acento refinado y angustiado, una señora de edad a quien parece ser su nieta adolescente. Su nombre real es Callejón del Embudo, y su descripción puede ir más allá de una mera mirada superflua. La afluencia de jóvenes es realmente alta, en este callejón se ve sobre todo mucha presencia de rockeros, influencia reguee, pues buena parte de los bares que aquí se encuentran son para los seguidores de este tipo de música. Tiendas de barrio, artesanías, dan la bienvenida a quienes por allí transitan

Puerta tras puerta, se ven letreros como “Sí hay chicha”, “Chicha en totuma”. Los jóvenes toman de esta bebida que, al menos aquí,  simbólicamente le sigue dando guerra a la cerveza. Fue esta bebida importada la que acabó con la popularidad de la chicha a principios del siglo XX, cuando sus empresarios ayudados por los gobiernos de turno, ponían en duda la salubridad de la bebida a base de maíz y en cambio exaltaban las propiedades benéficas del alcohol proveniente de la cebada.     
El último café del callejón, llamado “La Casita”, cuelga en las paredes imágenes de la Bogotá de la primera mitad del siglo pasado, además de algunos cuadros pintados al óleo alusivos a la ciudad, que según sus trazos parecen pintados por un niño de 12 años.
En esta plazoleta del chorro de Quevedo según algunos historiadores, fue donde se fundó Bogotá entre 12 chozas. No hay documentos que permitan validar esa afirmación, que incluso es controvertida por importantes académicos de la ciudad, quienes piensan que sería absurdo pensar en que Bogotá se fundara en un lugar empinado como aquel.


Al pasar los años, el padre Quevedo, obsequió una fuente para los habitantes del lugar, logrando facilitar el acceso al agua para los campesinos. La actual fuente no es la misma que este clérigo donó -de quien toma nombre la plazoleta- pues fue destruida en 1896. En el año de 1969 ésta fue remodelada y en ese mismo año se construyó una capilla en el costado sur del chorro, de nombre Ermita de San Miguel del Príncipe, cuyas funciones eran evocar la primera misa celebrada en Bogotá.
Esta capilla fue construida bajo el modelo de la ermita del Humilladero, un rancho de paja edificado en la esquina nor-occidental del actual parque Santander, al interior de la cual, el 6 de agosto de 1538, Fray Domingo de las Casas ofició la primera misa. 

Fotos: Fernando Tello
Autor: Fernando Tello
Bogotá D. C. Noviembre 27 de 2012